Lo malo de dejar de escribir tanto tiempo es que se agolpan
los temas; se comportan entonces como auténticos automovilistas chilangos:
nadie quiere dejar pasar al otro, ni un centímetro. El resultado es media hora
de atorón sin sentido, hasta que alguien consiente en echarse para atrás o un
siempre listo policía chaleco amarillo se le pone enfrente al más necio.
O
bien, un muchacho de esos BUENA ONDA, que canta en el coro de la iglesia y
participa en las brigadas de salvamento los fines de semana, se baja de su
Chevy (auto con posicionamiento buena onda) y se pone a dirigir el nudo con
muchas sonrisas y su respectivo por favor y gracias. El caso que el primer tema
en pasar del nudo vial fue el siguiente retrato:
Había una vez una muchachita que estaba siempre en Facebook,
saludando amistades y poniendo lindos mensajes motivacionales e invitaciones a
cuidar del planeta. Un día descubrió que para comer carne -¡horror!-, la gente
mataba animales, gracias a una colección de fotos truculentas que alguien tuvo
a bien seleccionar, buscando los aspectos más asquerosos o los mataderos más
crueles para mostrar una cosa tan fea. Como en Facebook sólo hay gente con
buenísimos sentimientos y que tiene esta cosa que podríamos bautizar como la “nueva
decencia”, ella decidió allí mismo dejar la carne para siempre y se volvió
vegana –no vegetariana, porque el huevo sólo se obtiene de la esclavitud
forzada de millones de gallinas, por supollo, digo, por supuesto--.
¿Cambió esta dulce niñita su modo de vida de forma callada?
Claro que no. Uno siempre sabe quién es vegano en esta vida rara que nos tocó ¡because they’ll fucking tell you! Al
parecer el veganismo es una forma de religión, que exige a sus creyentes
difundir la palabra, hasta que ya no exista nadie que coma animales en el
planeta. Así que no pueden mantener cerrada esa boquita comedora de lechuga.
Inútil es comentarles que, de no haber sido domesticados para
ser comidos, no existirían tantos millones de reses, cerdos, corderillos de
ojos grandes ni gallinas ponedoras. Probablemente serían tan raros para nosotros
como los jabalíes o las cacatúas: habría ejemplares por ahí, pero no muchos.
Algunas subespecies y quizá especies enteras, se habrían extinguido o jamás
habrían existido. Porque para hacer frente a las necesidades alimentarias de la
humanidad, habría que cultivar intensivamente la tierra, con el fin de dotarla
de los vegetales, frutas y granos suficientes para mantenernos a todos sanos. No
habría pesca, pero sí gigantescas granjas de algas marinas y tal vez hasta
plancton.
Los grandes sembradíos de soya, maíz, trigo, arroz, provocarían
los mismos problemas ambientales que ya conocemos hoy en día, contaminación,
agotamiento del suelo, erosión, desmonte de selvas. Las vacas y puerquitos que
quedaran estarían arrinconados en reservas naturales, tanto para protegerlos de
los tragones (¿cuánto costaría un kilo de tocino?), como para evitar que se
comieran NUESTRAS plantas.
Eso asumiendo que la ecuación diera para todos. Como que el
veganismo se da el lujo de cundir entre gente que nunca ha tenido hambre, y que
tiene los medios suficientes para suplir adecuadamente sus necesidades de
proteína. No he visto una dieta convincente que pueda adaptarse a toda la
población a un costo de 30 pesos, una comida corrida, pues. A menos que sea el
milenario plato de frijoles con tortillas, que hasta donde sabíamos no era
suficiente para estar bien nutrido. Por decirlo de forma descarnada y en
lenguaje de luchador social de Atenco: es fácil hacerse el vegano cuando eres
riquillo.
Mientras tanto, nuestra dulce niña de Facebook se dedica a
difundir las fotos más asquerosas que puede encontrar y argumentazos tan
brillantes como que “el Holocausto no terminó, sólo cambió de especie”. Así
mero, como si la carne se hubiera descubierto en 1945. De hecho, ¿dónde
quedarán para estas personas las hipótesis antropológicas sobre el hecho de
que comer animales fue lo que permitió al hombre desarrollar su inteligencia y extenderse
por el planeta?
A lo mejor la falta de proteínas ya está provocando algunos
daños en la sinapsis.
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