lunes, 11 de marzo de 2013

Chávez: El que murió a tiempo



Ni modo de no escribir de la muerte de Chávez. Ese funeral multitudinario que le regalaron los venezolanos lo deja en categoría de evento histórico, tanto como la renuncia de Benedicto. ¿Cómo puede un tipo que evidentemente era un dictador, megalómano y algo así como poeta frustrado salirse con la suya de manera tan contundente?

Carisma nivel 1000
Lo obvio de lo obvio, se dirigió siempre a los abundantes pobres de Venezuela, y les arrojó algunos programas sociales interesantes y muchos subsidios dispendiosos como recompensa por su ciega veneración. Esto implica, no lo conozco en detalle, que nadie les había hecho caso antes, lo cual es muy probable para quien recuerde aquel infame Caracazo, en donde las favelas que rodean la capital se levantaron auténticamente, estilo Les Miserables (disculpen la comparación oportunista), y fueron reprimidas con gran violencia, terrible violencia por parte del Ejército. Esto fue en 1989, y preparó el camino para el primer intento de golpe de Estado de Chávez, en 1992.




El otro factor, un carisma nivel 1000 que rodea hasta a los más infames políticos. La mayoría de la gente que se burla y odia a Elba Esther, por ejemplo, no ha tratado nunca con ella en persona. Como lo saben muchos que si lo hicieron, se sorprenderían de cuán bien les puede caer hasta la maestra, si ella se lo propone.
Cuando este superpoder adquiere el grado de adoración de las masas, es muy poco lo que pueden hacer en su contra los demócratas mejor intencionados del planeta, o los economistas más juiciosos, es más, ni los periodistas, ni los intelectuales, ni los medios ni nadie.
Todos quedan de inmediato arrojados al basurero de la impureza doctrinaria, quedan fueras de las altas miras de la nación, se convierten en traidores, como le sucedió a muchos venezolanos, desde dueños de medios hasta el propio doctor que diagnosticó primero el cáncer y se atrevió a dar el pronóstico certero de no más de dos años de vida. Ha de saber el lector que el señor, una eminencia en la materia, reconocido y premiado en su país, tuvo que salir huyendo con todo y familia, debido al atrevimiento de declarar la mortalidad del líder.

Desconfío de un tipo así, por principio, sin importar si viene de la izquierda o de la derecha. La obediencia ciega es de las masas, no de los individuos y a mi gusto siempre está equivocada. No me agradan los seres que despiertan ese tipo de amor, no me gusta ese amor de la gente, me parece la base de las peores historias de los países. De hecho, los latinoamericanos tenemos (o teníamos) ese enorme defecto de enamorarnos de nuestros gobernantes. Por eso creo que lo más sano que no duren más de seis años y que se vayan, porque luego la cosas se empieza a pudrir, como dice The Economist.

Huele feo
Para un buen resumen de lo que sucedió con Chavez en Venezuela, hay que leer este análisis de una revista que nunca ha dejado su vocación internacional. The Economist tiene bien medidito al mundo y a sus líderes. Su editorial habla del legado podrido de Chávez. Explica en sus páginas como el crecimiento de este país se montó en la misma ola de alza en los precios de las materias primas que levantó casi a toda Sudamérica (México no incluido). También describe que la pobreza, en efecto, retrocedió en Venezuela, pero también en Brasil, Colombia, Chile, Perú, que siguieron caminos muy diferentes.
Es verdad. El hombre se murió a tiempo, antes de que su aparente éxito lo lanzara a profundizar su modelo económico, que es altamente ineficaz. También se murió antes de que la realidad económica lo bajara a su dimensión verdadera ante las masas. No lo iban a querer tanto cuando la estabilización en los precios de las materias primas lo dejara desnudito, como el cuento del emperador.




También se murió antes de que las dificultades económicas lo arrojaran a buscar otros chivos expiatorios, como lo hacen estos gobiernos que no se equivocan nunca. Estados Unidos, los judíos (lo dijo, en efecto, buscar en Youtube), las trasnacionales de todo tipo, los españoles, todos son parte de la larga lista de enemigos favoritos del gobierno venezolano, además de todos los nacionales que se atrevían a abrir la boca. La traición a la patria se repartió como pan caliente en el chavismo.
Los exiliados venezolanos lo saben, los que huyeron por motivos políticos y por motivos económicos, muchos de ellos clasemedieros que, como su clase manda, se quedaron a la mitad entre el encono de los pobres y la resistencia de los ricos. Con su característico problema: son menos, sin medios para defenderse (como dinero, digamos) y están desorganizados políticamente. La mayoría se alineó como pudo a lo que queda de la oposición, se acostumbró a salir a las calles, a votar en contra del líder que convirtió el desprecio en mutuo y transformó las diferencias en odio.
Porque esas es la otra cosa que generan este tipo de personas y sus gobiernos: odio. Casi parece un requisito para el amor de las masas el generar a alguien a quien odiar, si se puede, mucho, profundamente, visceralmente. El chavismo sabe odiar. Si no, hay que preguntar a los periodistas colombianos que se atrevieron a cubrir la nota de la muerte del hombre y fueron severamente golpeados por la masa, más o menos por ser de esa nacionalidad y ser de la televisión.

El chavismo va a odiar más
Me temo. En nombre del ahora momificado señor, sus acólitos se van a pelear por quién es mejor en eso de amar a unos y odiar a otros. Y la tentación de culpar a terceros del desastre económico vendrá, tan seguro como el anochecer. No vendrán tiempos fáciles. Estas elecciones las va a ganar el presidente-candidato Maduro y qué bueno, porque a él le va a tocar enfrentar el final del show, el momento de pagar la cuenta de esa cenota de 14 años que Chávez le disparó a su país. Y entonces todo tenderá a ponerse peor, antes de mejorar en Venezuela. Mucha represión, violencia y acaso un conflicto armado son los riesgos para este país, que se quedó huérfano porque una parte de su población quiso creer en un padre.
La democracia que se construya después, si se logra dar, tendrá por supuesto que tomar en cuenta que no hay gobierno que aguante si no se ocupa de su población. Ese sí es un legado de Chávez.

También una crónica de García Márquez, quien relató un acercamiento en 1999, que le permitió humanizar al Chávez que todavía olía a golpe de Estado. http://www.revistaanfibia.com/cronica/el-sol-de-tu-bravura

Una defensa por parte de Flores Olea, que considero insuficientemente fundada, pero ahí está: http://www.jornada.unam.mx/2013/03/11/opinion/024a1pol



La recomendación que haremos costumbre en este blog: Lea antes de abrir la boca.