miércoles, 15 de mayo de 2013

Quiénes explotan a los restauranteros


La salida de Humberto Benítez Treviño por el chistecito de su hija me da varias cosas, pero también lástima.  Ya hablamos, ya hicimos pancho, ya twitteamos, ya nos comimos a la niña, ya cayó su papá… ahí muere. Hoy escuché a varios locutores ensañarse con el caído y pedir un proceso contra la escuincla. La verdad, bájenle, ya son payasadas. Hay cosas más importantes y dañinas para el país: los gobernadores de Coahuila y Michoacán, por ejemplo, los que pretenden apropiarse de la estructura de Oportunidades, qué tal. ¿Algo más variadito? Los normalistas que tienen secuestradas a personas, autos y camiones en Michoacán. Hay mucho más qué hacer, la verdad, este caso está cerrado.
Lo que sí puedo añadir es que la triste realidad de los restauranteros en el DF es que están a merced de las extorsiones constantes de las autoridades delegacionales, mucho más que de la Profeco, cuyos inspectores se dedicaban tradicionalmente a sacar dinero de los supermercados, como siempre me contaron muchos gerentes de tienda y directores de operaciones.


Restaurantes y bares son la mina de la Delegación, todos los días, por cualquier cosa. Ejemplo: no sé si deba felicitar la bravura y coraje de la Gustavo A. Madero, porque seguramente peleó como fiera por mis derechos… ¿clausurando un Starbucks en Avenida Montevideo? ¿Qué horrible crimen habrá cometido esta cafetería para que las autoridades intervinieran tan valerosamente? No me digan: un extinguidor caduco, un tipo fumando en interiores, un producto que no estaba en la carta, un letrero de evacuación mal puesto, y quince mil razones más para explotar y sacarle dinero a las empresas.

Y todavía hay tipos en la Asamblea de Representantes que quieren cargarle más cosas a estos negocios, como la absurda propuesta de no permitir que te lleves tu botella, no sea que te la vayas a tomar en el camino. Otra vez, el comensal es menor de edad perpetuo, y los dueños de antros, sus papás. Entonces, porqué no, obliguemos a los bares a guardarte la botella con tu nombre, bien sellada y resguardada, para cuando quieras volver a terminártela. ¿Qué tipo de responsabilidad le cargan al dueño de un establecimiento, si el comensal llega una semana después y dice que dejó su botella a la mitad, no un cuartito. ¿Y si dice que le hizo daño porque ya no es whisky etiqueta azul, sino mezcal de garrafa? ¿Bajo qué reglas se puede impedir que un tipo que compró una botella se la lleve a su casa porque no le parece regresar a ese bar en lo que resta del año? ¿Cuánto le costaría al dueño del bar llevar el control y almacén de decenas de botellas? Como la idea idiota de obligar a los bares a tener máquinas de condones, cada nueva regla que sale de la mente brillante de los legisladores se vuelve en un nuevo pretexto para extorsionar.

Conté por lo menos tres restaurantes clausurados en este momento en Lindavista, dos llevan meses y quizá nunca vuelvan a abrir. ¿Sabe quién es el principal enemigo de las pequeñas y medianas empresas? ¿Sabe cuál es la principal barrera de entrada para los negocios de comida y bares en la ciudad de México y muchas más? ¿Sabe quién termina provocando que no exista una competencia sana en este sector? ¿Sabe porqué los negocios de este tipo terminan quedando en muy pocas manos, altamente capitalizadas? No es el clima, ni el financiamiento bancario el que está provocando que los restaurantes sean sólo propiedad de los más ricos: es el gobierno local. Ahí la dejamos.






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1 comentario:

  1. Eres tú? Es que reconozco el estilo pero no me acuerdo si así se llamaba el blog hace tiempo. Dino

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